Espai públic com a lloc de trobada. Paisatge com a identitat.
RAFAEL RIVERA HERRÁEZ. Arquitecte
40 años de profesión con distintos trabajos en la administración como arquitecto municipal (Valencia y Godella) y como profesor de la Escuela de Arquitectura. Vinculado a los movimientos sociales especialmente a las Asociaciones de Vecinos, primero como vecino, luego como dirigente, luego como asesor, colaborador, parlanchín, quién sabe. También he estado participado en acciones de voluntariado con niños. Y con colectivos de alumnos y alumnas, con aquella idea de que un exalumn@ es para toda la vida. A veces las aulas se quedan estrechas. Me resulta difícil hablar de mí porque casi todo lo he hecho con gente, nunca he estado solo. Tal vez escribir artículos de opinión en la prensa, sobre la vida, es de lo poco que hago solo, pero siempre con ideas que he aprendido con otros y otras.
Ando enamorado de mi profesión y creo que hemos de reconstruirla entre todos. En la escuela y en la calle, con el lápiz y con la pancarta, con la palabra y con la acción. Sin las personas, cualquier proyecto se queda vacío.
El espacio público es el corazón de la ciudad, ahí está la vida y la genética, la identidad y las posibilidades multiplicadas. La ciudad es un artefacto que hemos inventado para ser felices juntos, para disfrutar, para encontrar a los otros y sentirlos cerca. Pudimos vivir alejados, aislados de la comunidad, pero no quisimos. Sin embargo, con frecuencia, echamos a perder todas esas posibilidades que nos ofrece lo colectivo, lo compartido, lo construido entre todos y todas.
La gente sueña con otra ciudad, suspira por una manera de vivir diferente, imagina una convivencia mejor. Pero no les escuchamos, aunque lo dicen a gritos. Por eso hacen falta espacios para ello, propuestas, investigaciones vinculadas al ahora y aquí, con la tecnología más avanzada, claro, pero poniendo en primer plano a las personas y esos sueños que son el motor de todo. Nuestra responsabilidad es esa, nos “ganamos” la vida así, trabajando por lo que es de todos. Si nos desviamos y adoramos al becerro de oro (corrupción, codicia, yo qué sé), entonces no “ganamos” la vida, la perdemos.
Seguramente todo eso empieza en la escuela, ahí puede producirse un caldo de cultivo compartido que nace del debate, de la contraposición de ideas, de la reflexión, del mestizaje que aportamos todos cada vez que opinamos. No necesitamos tanto adquirir competencias (seguramente para competir) como adquirir sabiduría, conocimientos, y hablar sobre ello, explicarlo rebatirlo. No es verdad que cuando se aprende es al salir de la universidad, no puede ser verdad, sería un crimen. Se aprende siempre que se quiere aprender, y en ese camino creo que está Hipnopedia. Adelante!
EXPERIÈNCIES
REFLEXIÓ PERSONAL
REFLEXIÓ PERSONAL
EXPERIÈNCIES
El hecho de ser una persona con diversidad funcional física me hizo involucrarme hace ya más de 20 años en el movimiento asociativo “tradicional” , en el 2003 comencé a participar como activista en el foro de vida independiente, más tarde trabajé varios años para la red europea de vida independiente (ENIL), entidad europea que, al igual que el foro en España, tiene como objetivo promocionar la visión de la diversidad funcional desde la óptica de los derechos humanos, tal como se recoge en la convención de la ONU de los derechos de las personas con diversidad funcional.
Desde hace ya más de 10 años me he dedicado de una forma u otra a fomentar la inclusión real de las personas con diversidad funcional de cualquier tipo en la sociedad, a través del empoderamiento para luchar por una igualdad oportunidades que sólo existe sobre papel. Tengo amplia experiencia como ponente y organizador de charlas, conferencias y jornadas, actualmente coordino el departamento de formación de una ONG de la que también soy presidente, dedicada a fomentar y difundir la filosofía de vida independiente.
Personalmente pienso que términos como inclusión, equidad, empoderamiento, tiene como uno de sus pilares fundamentales la posibilidad de acceso al entorno y a la información. Actualmente, aunque ha habido avances indudables en ese sentido, todavía falta mucho camino por recorrer, ya que aunque la tecnología permites adaptar cualquier entorno a prácticamente cualquier tipo de diversidad funcional, todavía persisten muchas barreras actitudinales. Conceptos como diseño universal aún no se aplican como debería, el hecho de que la sociedad vea a las personas con diversidad funcional como ciudadanos pasivos (“para que voy a adaptar el entorno si no salen, no consumen”) influye negativamente.
Realmente creo que los entornos están diseñados pensando un estándar que prácticamente nadie cumple en su totalidad, las personas con diversidad funcional representamos aproximadamente el 10% de la población mundial, lo que nos sitúa entre los colectivos más grandes Y olvidados hasta hace relativamente poco.